"No me hagas spoiler", me dice un amigo el otro día, mientras hablaba de una serie de reciente estreno que no viene al caso. Entendí enseguida lo que quería decirme y solo le conté el planteamiento, de lo que iba, lo suficiente para intentar despertar su curiosidad, pero sin desvelar nada que pueda ser crucial o que le vaya a arruinar algún tipo de giro de guion o de sorpresa mayúscula. Respetar la experiencia del prójimo con respecto a una buena ficción, sea con una serie, una película o un libro es lo que nos diferencia de los insectos, así que hay que ser riguroso con esa regla.
Más tarde, aquella noche, en casa, mientras tomaba un vaso de leche fría mojando galletas, experimenté una especie de epifanía proustiana, un momento de parálisis y de profunda reflexión. Una palabra aparece en letras luminosas paseando por mi mente: spoiler. Un anglicismo, una especie ajena e invasora que ha llegado al río de nuestra cotidianidad para devorar a la población autóctona y darle significado a algo que, hasta hace bien poco, decíamos de otra manera. Me indigno y las galletas ya no me saben tan bien, la leche empieza a calentarse, fulgurada por mi creciente e irradiante enfado. He de hacer algo, esto no va a quedar así.
Cada vez más, los anglicismos nos devoran. Hay muchas palabras que vinieron para quedarse, como brainstorming, target, coach o marketing. Pero, querido spoiler, voy a intentar ponértelo difícil y por eso emprendo esta cruzada contra ti. Porque te detesto.
Según el traductor de Google, la palabra spoiler significa revelación. Si lo pienso un poco, y seguro que esto no lo puedo demostrar, está instalada entre nosotros desde el auge de la serie que cambió la forma de ver televisión para siempre: Juego de tronos. Una ficción con unos giros tan sorprendentes e impactantes que se hacía necesaria verla enseguida, o aislarse del mundo para que no te arruinaran el efecto de sus golpes de guion. Fue en esa época, hace unos diez años, cuando el uso de la palabra spoiler proliferó como los champiñones. Pero ahora, lo principal, es terminar con su existencia, desterrarla para siempre y mandarla al infernal lugar del que proviene.
Vamos con varias propuestas. Por ejemplo, cuando alguien venga a contarnos algo importante de una película y no queramos que siga, no suena natural decirle "no me hagas una revelación de la trama". Es forzado e impostado. Además, son más palabras y somos perezosos, también cuando hablamos. No, lo más conveniente sería usar otro tipo de frase. Ante un "no me hagas spoiler", que tiene cuatro palabras, podemos sustituirla por "no me cuentes nada", o "no me desveles más", que tienen el mismo número, así los hablantes más vagos no se agotarán.
Me gusta la fórmula "no me eches a perder la historia", pero es verdad que tiene cierta violencia. Suena a reproche, como si la otra parte estuviera haciendo algo malo. Spoiler puede parecer una palabra más educada. Pero el castellano, la vieja lengua de Cervantes, tiene más recursos que cualquiera, por lo que podemos ser correctos y decir lo que exactamente queremos decir, por ejemplo, "no me descubras los detalles", o "la veré, no me digas más". Y aquí, varias formas usando verbos como arruinar, estropear, o los ya citados desvelar o contar.
Desde el otro lado, desde el punto de vista de nuestro querido amigo el desvelador de tramas, existen otras formas. En lugar de decir "te lo cuento sin spoilers", se pueden usar fórmulas como "te lo cuento sin desvelarte nada crucial", o "tranqui, no te destripo nada importante". Y de forma sencilla se produce una magia que hace que cualquiera académico de la RAE esboce media sonrsisa, satisfecho, orgulloso de su trabajo y del pueblo, ya que su vigilancia del uso de la lengua está dando buen resultado.
Lo que no me cabe duda es que estas líneas que comparto con vosotros son lo más innecesario que he escrito nunca. No descubro nada, no invento la pólvora, y solo digo algo que todo el mundo sabe. Esta entrada del blog es tan poco útil como un programa de Canal Cocina en el que expliquen como calentar un bote de fabada en el microondas. Todos somos capaces de hablar bien de forma correcta. ¿O no? Venga, intentado, queridos amigos.
Obviamente, desterrar la palabrita de marras nos va a costar. El inglés tiene una cualidad envidiable que nos atrapa enseguida, y es que con poco se puede decir mucho. En cuestiones de eficacia, nada es mejor que usar spoiler. Estoy seguro que dentro de unos años, nuestro diccionario recogerá la entrada espoiler, castellanizándola e incluyéndola de forma oficial en nuestra lengua, como ya pasó con pádel o clicar. Hasta que eso ocurra, y por cerrar el círculo citando, con alguna licencia, de nuevo la saga de Juego de Tronos, "entrego mi vida y mi honor a la lucha contra la palabra spoiler durante esta noche y todas las que estén por venir". Comienza mi guardia.
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